Nadie sabe cuantas horas, cuantas semanas he pasado en silencio, pensando, y viendo como un virus zombie transformaba mi cerebro en algo menos que mierda.
No puedo buscar culpables por que no hay nadie con quién desahogar, a quién cruzar la cara. La soledad es una terrible amiga que nos ayuda y traiciona a su antojo, y de quién nunca nos podemos fiar, ni vengar.
Ahora tengo otro de estos amigos, traicionero que puede dártelo todo o dejarte sin otra salida que la desesperación y el ahogo de no poder hacer nada.
Es una batalla más en la travesía, que es imposible salvar, hay que afrontarla una vez más, esta vez se cómo defenderme y cuando atacar, soy más fuerte y no tengo miedo.
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