jueves, 4 de noviembre de 2010

Madrid

Después de un largo fin de semana en Madrid llegué a Córdoba con un sabor realmente amargo, provocado esencialmente por haber dejado esta gran ciudad atrás, y quizás por no haber aprovechado totalmente el viaje.


Me quedo con las grandes avenidas, los majestuosos edificios, como no la vida nocturna, y el gran flujo de gente, que viene y va sin decir nada, abstraidos en sus problemas, sin articular palabra, me recordaba a mi mismo, en silencio pensando.


Me quedo también, y esto necesita un párrafo aparte, con el metro, y es que yo siendo de Córdoba (una aldea comparada con Madrid) siempre evito coger el autobús, por que me provoca nauseas siendo claro, sin embargo el metro era la novedad, era rápido, limpio, moderno,...todo eran nuevas sensaciones: la búsqueda de tu tren y tu destino, las diferentes estaciones cada una con un estilo diferente. Era todo muy diferente de lo que podía imaginar.



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