viernes, 12 de noviembre de 2010

No creo

No confío en tí.
En realidad lo hice solo al principio, antes de que mi bestia explotara por mí, para protegerme, y solo consiguiera al intentar domesticarla que me causara daño a mí mismo. Eso es lo que más lamento.
Cuando no te conocia, y no habia más variables que las isobaras en la imagen de un satélite para dar en tiempo en televisión, todo era autentico, al menos para mí. No se si era así por estar ciego de ilusión, que suele durar poco, o por falta de madurez.
Más tarde te conocí más allá de la soledad de la pareja, esto y unas gotas de alcohol me hicieron ver con lucidez cómo somos, destapé el velo de una personalidad histérica y otra cantidad de adjetivos con los que se podría decir que soy un maleducado, eso sí la cólera ya la puse yo, que nunca falte.
A partir de ese día se puede decir que el espectáculo se vino abajo y todas luces y los fuegos artificiales se desvanecieron cual copa de cristal al caer al suelo, todo se hizo añicos, y no se puede beber de una copa hecha pedazos, sabes lo que pasa si lo intentas, ¿no?.
Atontado por la inmadurez y por la ilusión bebí, al igual que tú, y nos herimos mutuamente, bebimos hasta que no pudimos derramar más sangre.
Fue entonces cuando la bestia que me protege se deshizo de sus cadenas y me defendió, en ese instante me dí cuenta de dónde bebía y qué lúgubre brebaje. No hubo más, solo paja.
El pasado deja marcas que pueden perdonarse, otras que se olvidan o dejan pasar, pero las que más llegan son las que se quedan impregnadas en tu mente, un tatuaje que no puedes borrar, una cruda marca que solo quiere no ser observada por su autor.
No doy un paso hacia delante, doy la espalda y camino,perdí
la fe en tí.

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